viernes, 26 de septiembre de 2008

A pique


El agobiante silencio de la tarde, finalmente, fue quebrado por una especie de queja de uno de los amigos.
-¡Che Fusa! ¿Estás seguro de que con hígado de carnada anda bien?
-Pero si, boludo, no ves que ya empiezan a aparecer burbujitas al lado de la tanza.
-Si, las veo- contestó desesperanzado Irusta- pero de pique ni que hablar ¿no?
-Bueno viejo, yo te lo advertí, que esto de la pesca era algo para pacientes.
-OK, no te jodo más con mis preguntas- replicó Irusta bajo el impiadoso sol de enero- pero insisto en que me parece que le erramos con la carnada.
-Bueno, pero vos tenés que ver las cosas desde un punto de vista más optimista- le aconsejó mientras volvía a tomar un trago de la botella de cerveza- mirá si no, que posición ganadora tenemos ante la vida.
-¿Ganadora de qué? ¿O te olvidás el motivo por el que estás acá? Casi de "vacaciones" te diría.
-Posición ganadora, te digo- agregó el Fusa con voz que denotaba algo de enojo -te digo nuestra posición frente a los pescaditos.
-¿Qué tiene que ver el pescadito?- volvió a preguntar Irusta casi sin entender de qué estaba hablando su amigo.
-¿Cómo que "que tiene que ver"?- respondió el Fusa mientras comenzaba a alzar su voz- ¿cómo que tiene que ver?- agregó de inmediato con algo de fastidio- Imaginate que fueras un pescadito y que para alimentarte a vos y a tu familia tuvieras que ir a robar ese pedazo de hígado que flota cincuenta centímetros debajo de la superficie del agua, y que lo sabés ajeno, y que a lo mejor, es de esas comidas que vienen con trampa y que el anzuelo te lleva al otro mundo.
-Mirá que pensás raro vos- dijo Irusta mientras se secaba la abundante transpiración que le corría por la frente.- Capaz que fue por esas boludeces que perdiste tu trabajo de trompetista en el cabarute aquel, en donde nos conocimos. Roshal Naits ¿no?
El Fusa no respondió. Se hizo un silencio forzado por los recuerdos de ambos y por viejas cuestiones nunca aclaradas del todo. El sonido del río acompasaba el ligero vaivén de las hojas de los sauces que crecían al borde de la playita de arena. Pese a que todo estaba en movimiento, la quietud de la tarde tornaba al ambiente vibrante y ajeno. El sol todo lo inundaba.
-Irusta- pronunció como anunciando una confesión- A lo mejor a vos siempre te quedó la duda, pero como buen amigo, nunca me lo preguntaste, y te lo agradezco hermano- terminó el Fusa ingresando a un silencio denso, que no fue interrumpido por el otro.
-Irusta querido- dijo mientras volteaba su cabeza ante su atento amigo- Yo fui uno de esos pescaditos.
-¿De que me hablás Fusa? ¿pescadito de qué?
-Yo fui uno de esos pescaditos, viejo- pronunció solemnemente mientras con su mano izquierda daba cortas palmadas en la espalda de su compañero.-Un pescadito que necesitaba comida, para él y para los suyos.
-...
-Y así fue como esa noche tomé coraje y fuí por la carnada. Mi última noche con la orquesta del "Royal Nights"- dijo el Fusa con la voz casi quebrada.
-¡No!- dijo sorpresivamente Irusta- ¿Entonces fuiste vos el que aquella noche....?
-Fui yo- sentenció el Fusa con gesto adusto.
-Y entonces toda esa historia que me contaste sobre tu estadía aquí ¿es puro verso?
-Puro verso.
A partir de ese momento ambos eligieron no mirarse ni pronunciar palabra por un largo rato. La tarde transcurría apacible pero a su vez inmersa en una tensión que sólo el paso de los minutos junto al fluir del río comenzaron a distender.
-Bueno...., entre vos y yo..., la verdad es que el turco ese era una mierda, y un poco se andaba buscando comerse un plomo.
-Ya no losé- reconoció con timidez el Fusa- antes pensaba como vos, pero ya no más.
-Bueno hermano- dijo Irusta con voz que pretendía mostrar cierto entusiasmo- en dos semanas más ya nadie se acuerda, y te tomás el piro de esta isla de mierda.
El Fusa no respondió. Su mirada se perdía en la salvaje vegetación de la costa de enfrente.
-¡Che boludo! ¡prestá más atención!, ¿no ves como se hunde tu corchito? seguro que hay algo grande que está picando- dijo el Fusa mientras su rostro se debatía entre ocultar una lágrima y un nuevo trago de cerveza caliente.

1 comentario:

Adriana dijo...

Cada cuento tuyo es diferente al anterior, este me gustó mucho. Sobre todo los diálogos, muy graciosos, las acotaciones,(pronunció solemnemente) los silencios...
Muy visual, pude imaginarlos sentados a la orilla del río, la imagen del final es pintada.
Un beso, te sigo visitando.-