jueves, 27 de mayo de 2010

El por qué de los porqués


Desde el domingo último escucho una y otra vez la misma pregunta: ¿por qué?
Al principio fue sólo en el Gigante, luego caminando por las bucólicas callejuelas de Arroyito. Mis seres queridos, mis familiares, mis amigos, mis allegados, conocidos, todos, nos preguntábamos ¿por qué?
La respuesta no se debe hacer esperar. Los festejos bicentenarios, tal vez, hayan servido para poder analizar la cuestión desde una perspectiva más amplia, más abarcativa, más existencial.
Nos fuimos a la "B". El glorioso Rosario Central se fue a la "B", y este hecho de tan ingrata trascendencia merece únicamente la explicación que nos pueda dictar la historia.
¿Alguien se ha detenido a observar que hasta el mismísimo Don Rodrigo Díaz de Vivar tuvo su momento de oscuridad antes de trascender a la gloria perenne? Quien algunos años más tarde fuera el vencedor de los ocupantes moros en Iberia, y que con la sola presencia de su cadáver a la grupa del pingo Babieca, liderase la batalla final, tuvo que partir al ostracismo del destierro. Él también, sí.
El gran Miguel Ángel, ¿quién menos?, creador de las mayores obras de arte de la humanidad, tuvo que exiliarse fuera de su querida Florencia, antes de llegar a soñar siquiera, en el trabajo que le esperaba en la Capilla Sixtina.
Hasta el mismísimo General San Martín, padre innegable del suelo argentino, tuvo su inesperado ocaso en Cancha Rayada, para desde la derrota acometer triunfal con la empresa de comandar el añorado sueño americano.
Como negar lo innegable; si hasta al mejor dibujante, como dijese el entrañable Fontanarrosa, se le vuelca el tintero.
Sabemos que nuestro destino de grandeza es inexorable.
Aceptamos con la hidalguía de quién ha caído derrotado en la batalla, la realidad que nos depara este trance pasajero y nimio.
Resurgiremos con nuestros laureles reverdecidos; lo sabemos.
Renaceremos en la cruzada frente a Boca (Unidos), o en la lid contra el siempre temible tatengue.
Iniciaremos el vuelo desde el tablón de Isidro Casanova o contra el viento en Comodoro.
Retoñaremos desde la grama de Caballito o desde la policromía de los cerros jujeños.
Ni siquiera nos detendremos, como dijera el Gran Lama, cuando en estas pampas se nos llame "El Barcelona de la Argentina", ¡no! sino que no cejaremos en nuestra lucha hasta el día en que al Barcelona se lo denomine "El Rosario Central de España"

Central sic transit gloria mundi