jueves, 3 de diciembre de 2009

Insólito episodio de hombre con pijama bordó



Los besos de la maga aún le ardían en los labios cuando abrió la puerta de su casa a oscuras. No quiso, ni tampoco necesitó encender la luz. El reflejo pálido de la luna llena, ocupaba cada espacio del living vacío. La agradable penumbra lo acompañó hasta que se echó en la cama y de dispuso a dormir. La jornada había sido larga y llena de emociones.
Dio vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. La imagen de ella y el placentero recuerdo de sus besos no lo abandonaron. Miró el reloj varias veces, pudiendo medir de esa forma las horas que aún podría aprovechar a dormir, si era que el sueño en algún momento le llegaba. No se sentía cansado, muy por el contrario, una sensación de placidez lo envolvía por completo.
El agrio sonido del despertador no lo sobresaltó. Después de toda una noche de insomnio, ya deseaba que la hora de levantarse llegase aliviadora. Pasó el día pensando en ella. Ni siquiera se asombró cuando después del almuerzo no sintió esa especie de modorra que lo atacaba diariamente, luego de un rato de estar sentado en su escritorio.
Durante la segunda noche sin dormir un pensamiento amenazador lo comenzó a preocupar, sin embargo el solo recuerdo de aquellos labios mágicos le hicieron reposar en tranquilidad, sin pegar un ojo.
Al día siguiente la llamó por teléfono. La esperó en la esquina de su casa.
A la semana sin poder dormir, le mandó un telegrama.
Al mes, comenzó a pegar cartelitos con su búsqueda en los alrededores de su barrio y de su trabajo.
Ya no le importaba no dormir. Después de todo no se sentía cansado, y últimamente aprovechaba el tiempo nocturno en adelantar trabajo para su oficina, lo que le había significado un aumento considerable de sueldo por su mejora en la producción de tareas burocráticas. Mucho no le importó; era la búsqueda de ella y el deseo de nuevos besos lo único que motorizaba su voluntad.
A los tres meses vendió la cama. Le ocupaba espacio y ya no tenía ningún sentido su presencia en aquel cuarto. La almohada se la dio al gato, para el total desconcierto del animal, que más de una vez había sido castigado por haberse acostado sobre ella. Al pijama bordó, lo clavó con chinches a la pared, para que le recordara aquellos tiempos en que solía malgastar las horas de la noche en la improductiva tarea de dormir.
Sacó avisos de búsqueda, incluso con una jugosa recompensa económica, en los principales diarios de la ciudad. Acudió a los canales de televisión y mandó mensajes a la radio suplicando datos de su paradero.
Instaló en su casa una computadora con la tecnología más avanzada. Y cuando nada pudo encontrar, contrató los servicios de un famoso detective privado, de una vidente de la farándula y de un sabueso que poseía un increíble historial de rastreos exitosos. Deambuló durante días y noches por los sectores más olvidados de la ciudad. Conoció una enorme cantidad de personas de las más disímiles calañas. Cazó un sinnúmero de sapos, para besarlos desenfrenadamente, no con la intención de romper el hechizo, sino con la incierta esperanza de que alguno se convirtiera en su añorada maga.
Estuvo a punto de darse por vencido, una tarde frente al río. Se sacó los zapatos mientras el estruendoso rugir de un avión al aterrizar no le desvió su atención. Se sacó la ropa y se vistió con su viejo pijama, mientras la gente se comenzaba a congregar a su alrededor. Cuando se trepó a la baranda de la Costanera algunos intentaron disuadirlo de su intención.
Los testigos juran y perjuran que el hombre del pijama bordó saltó hacia el río, justo en el momento en que uno de los guardias de seguridad del Aeroparque intentó tomarlo de sus pies. Juran y perjuran que nadie lo vio caer al agua. Juran y perjuran que desapareció en el aire, mientras llamaba desesperadamente a alguien con nombre de maga.

6 comentarios:

Daniel Uriza dijo...

Felicitaciones Claudio:
Un buen cuento y una mejor manera de contarlo.
También a tu papá. Y su hijo orgulloso de mostrar la obra de su padre.

Un abrazo

Claudio S. dijo...

Gracias por tu comentario Daniel. Te mando un abrazo.

Claudio S. dijo...

8812:
本当にありがとうございます。非常にこのサイトを訪問していい。

Claudio S. dijo...

別亂想:
感谢您的访问

Adrianina dijo...

Extravagantes episodios vivió este hombre por los besos de la maga.
Si ya lo dijo Jonathan Swift “Señor, quisiera saber quien fue el loco que inventó el beso…”

Para no ser menos dejo un beso y espero un nuevo cuento.;-)

Sebastián Zaiper Barrasa dijo...

Me das mucho orgullo.