jueves, 25 de junio de 2009

Maldita sensación térmica


Podría ser postulado que esta farsa de la sensación térmica es, en gran medida, un ejemplo de la gran pasión que el argentino siente por el sufrimiento extra. Y en este caso tanto corporal como mental.
Dos hechos de gran trascendencia me hacen dudar de este parámetro. Primero, en el resto del mundo lo ignoran totalmente, y viven felices. Segundo, cuando era chico no existía, y además, éramos mucho más felices.
Sabemos cabalmente que el clima es en todos los casos un gran disparador de charlas ocasionales. Nos cansamos de engancharnos en conversaciones en las que se exhiben quejas por el calor que se generan durante el periodo estival, o por el frío cuando llega el invierno. Como si no supiéramos que, en general, en invierno hace frío y en verano calor, así de obvio.
Pero, como si esto fuera poco, han puesto a disposición del sufriente público argentino, la fabulosa medición de sensación térmica.
Analizando los factores que inciden sobre la sensación térmica, se explica que la variable fundamental es el viento (y en menor medida la humedad). Lo más curioso de todo es que parecería que el viento se comporta de tal manera que satisface el deseo extemporáneo de los argentinos a sufrir siempre un poquito más que el resto del mundo.
Cuando nos levantamos temprano una desolada y desapacible mañana de invierno, lo primero que sentimos es la gran dificultad que se experimenta para salir de la cama, esto no es nada nuevo. Escuchamos en la radio que la temperatura es de, por ejemplo, 3°C, o sea un frío de órdago. Sin embargo, gracias al viento, los argentinos podremos cambiar esta temperatura y evocar nuestra querida sensación térmica, que nos dará un valor de -2°C. ¡Si! cuando el resto del mundo experimenta 3°C, los argentinos volvemos a ganarles, porque aquí, en nuestras pampas machas, nosotros tenemos -2°C porque somos argentinos y nos la bancamos.
Pero cuando el bochorno impera (al lector desapercibido se le comunica que bochorno significa calor sofocante) el argentino también quiere más. Después de una noche insoportable de calor, aún con las sábanas pegadas a nuestros cuerpos, despertamos y escuchamos en la radio que la temperatura en la ciudad es de 28°C, a las 9 de la mañana, pero que, para nosotros los argentinos, la sensación térmica es de 33°C. Si señores, una vez más, se nos brindan la oportunidad de sufrir un poco más que el resto de los mortales.
Moraleja: Si en verano la Argentina calienta más; en invierno no enfría menos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La sensación térmica es al clima como el riesgo país es a la ecónomia.
Anarres