martes, 7 de abril de 2009

Carta de despedida




Hace años que lo vengo evaluando y creo que finalmente, ha llegado el momento de renunciar a vos, de despedirnos.
No ha sido fácil. Son muchos años que hemos compartido, y al final, uno termina por acostumbrarse. Debo confesarte que mi primer impulso fue el de escaparme. Pero no; no quise seguir tomando decisiones apresuradas en mi vida, y menos con vos.
No se me ocurrió mejor cosa que no apresurarme y consultar a mis seres más cercanos. Como no podía ser de otra manera, a la primera que le planteé el tema fue a mi terapeuta. Me dijo que me veía maduro en mi decisión, pero que evaluara los efectos colaterales, especialmente en relación a lo afectivo.
Mi vieja lo tomó bien, y pese que a priori hubiese pensado que tendría una lista enorme de objeciones, bendijo mi idea.
Los muchachos del bar no se anduvieron con disquisiciones ni con planteos. Ni bien escucharon mis razones adhirieron de plano y pidieron al mozo unas repetidas rondas de champagne, para festejar el acontecimiento.
De los amigos de siempre, obtuve el abrazo fraterno y la palmada en el hombro. "No esperábamos menos de vos" me dijeron con enorme afecto, y "si necesitás ayuda, aquí estaremos" corearon al unísono como ofrenda final.
Con mis hijos, armé un conciliábulo, luego del cual me dijeron que me querían mucho y que estaban de acuerdo con mi decisión, fuese cual fuese.
En la oficina, mi jefe me brindó su total apoyo, me dio confianza, y me dijo que si hubiese algún problema de billetes, él personalmente mediaría alguna solución.
Finalmente, llegó el momento de decírtelo a vos, frente a frente. Sé que veinte años no son muchos, y que a lo mejor, recién estamos comenzando a conocernos. Sé que va a ser difícil olvidar tu blancura, tu belleza y todos esos momentos tan gratos que he pasado adentro tuyo. La decisión está tomada. Y si bien sé que al momento de separarnos más de una lágrima me hará poner sentimental: a partir de mañana te toman como parte de pago de un cero kilómetro en la agencia de García.

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